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viernes, 24 de mayo de 2024

De Silanes a Ventosa de Miranda por el pico Buey

Atractiva e interesante ruta por los roquedos del sector oriental de la Sierra de la Verdina, en los Montes Obarenes, no lejos de Pancorbo. Partiendo del pueblo de Silanes, famoso por la pintoresca garganta de la Canaleja donde se ha instalado recientemente una vía ferrata, ascendemos hasta la sierra hasta alcanzar la Peña del Buey. Desde allí, descendemos por pequeños y escondidos vallejos hasta el llano burebano. Caminamos entre sembrados hasta las románticas ruinas de Ventosa de  Miranda, desde donde retornamos a Silanes. Ruta sencilla, entretenida, con cierto aire de exploración, muy apropiada para la primavera.


Silanesf

 
Llegaremos a Silanes saliendo de Burgos por la AP-1 hasta Pancorbo, donde nos saldremos. En la rotonda de la N-1 a la entrada del pueblo, tomamos el desvío hacia Villanueva de Teba, ubicado a unos 3 kilómetros de distancia. Atravesamos esta pequeña localidad y siguiendo un estrecho vial, llegaremos enseguida a Silanes, donde muere la carretera. El pueblo se asienta en un pintoresco paraje, a los pies de un cresterío rocoso  paralelo a la sierra. Una curiosa garganta, La Canaleja, permite el paso para abandonar el pueblo. Recientemente se ha habilitado una vía ferrata que ha dado mucha vida al pueblo. Nos preparamos y salimos por esta garganta, apreciando las fijaciones metálicas de la instalación.

Desfiladero de La Canaleja y vía ferrata instalada.
Al otro lado, continuamos por una amplia pista que se dirige hacia el este. A nuestra izquierda nos acompaña el agreste perfil de la Sierra de la Verdina, que ocupa el sector oriental de la cuerda meridional de los Montes Obarenes.

Caminamos en paralelo a la Sierra de la Verdina.
Precisamente la travesía de este agreste cordal, tal como se aprecia desde el camino, tiene mucho interés (ver entrada Montes de la Verdina). Estamos en primavera y el verde intenso tapiza el llano y los barrancos de estas peñas.


Poco a poco vamos ganando altura por este camino, bien marcado, hasta alcanzar un pequeño collado, a la derecha del cual se halla el crestón calizo de la Peña Picaza.

Collado junto a la Peña Picaza.
Merece la pena subir hasta su pequeña cima desde donde podemos admirar un amplísimo sector de la Bureba. Aunque desde el collado la peña no destaca demasiado, unos 20 metros de desnivel, la Peña Picaza es muy prominente y visual desde el llano.

Camino de la Peña Picaza.

Trepamos hasta la cima de la peña Picaza desde el collado.
A nuestros, en primer término, aunque no visible por la vegetación, se halla el despoblado de Ventosa de Miranda. Pasaremos por este paraje en el retorno a Silanes.

Pequeña cima de la Peña Picaza.
Nos descolgamos de la peña hasta el collado e iniciamos la ascensión a la cuerda de la sierra siguiendo un empinado, pero cómodo sendero que se abre paso entre las matas. Ganamos altura rápido hasta plantarnos por encima de los 1100 metros. A nuestra izquierda tenemos los sucesivos mogotes que conforman la Verdina

Sendero de subida hasta la cuerda de la Verdina.

A la derecha, la cuerda continua por terreno llano hacia el Buey. Seguimos en esta dirección.


Vista sobre la Bureba.
Tras superar una cerca metálica, cubrimos los escasos 300 metros que nos separan de la cima de la Peña del Buey (1221 metros). En los mapas figura esta pequeña cumbre con una cota de 1230 metros, pero  nuestro GPS nos da casi 10 metros menos. Magníficas vistas sobre el sector oriental de los Obarenes. Se aprecian muy bien los Montes de Pancorbo, donde destaca en primer lugar la Fortaleza de Santa Engracia.


No llevamos mucho tiempo de marcha, así que apenas nos detenemos y emprendemos el descenso. Esta cima será el punto más alto de todo nuestro recorrido. 

Cima de la Peña del Buey (1221 metros)
Amplias vistas en todas las direcciones.


Desde el Buey descendemos siguiendo la cuerda.
Para ello, seguimos en principio por terreno abierto bajando por el espolón que desciende hacia el noroeste. Enseguida alcanzamos un pequeño collado tras el cual viramos hacia la derecha. Atravesamos de nuevo el cercado metálico y nos incorporamos a un marcado sendero que desciende con cierta pendiente.


Después de llegar a un pequeño llano, donde encontramos caballos pastando, continuamos hasta enlazar con una gran pista.

Descendemos al llano siguiendo amplias pistas.
Nos incorporamos a ella y seguimos por la derecha hacia el Portillo de Obarenes. Se trata de un pequeño pasadizo abierto en las rocas tras el cual continuamos perdiendo altura siguiendo este camino.


Esta bajada es muy placentera, la pendiente es suave, caminamos entre prados verdes. Nos saldremos de la pista por la derecha y seguimos descendiendo esta vez por un bonito y estrecho vallejo hasta alcanzar, ahora sí, el llano, junto a unos campos de trigo.


Siguiendo las indicaciones del GPS, enlazamos con un camino de servicio que procede de Villanueva de Tebas y continuamos por la derecha hasta alcanzar una granja ovina.

Caminamos hacia Ventosa de Miranda por terreno llano entre sembrados.
En este punto, debemos salir por la izquierda y continuar unos metros por terreno abierto hacia una peña cercana.


Subiendo por la ladera herbosa, nos incorporamos a un estrecho sendero que avanza rodeando el roquedo, iniciando pronto el descenso, ahora sí, hacia los restos de Ventosa de Miranda.

Descenso entre riscos a Ventosa de Miranda.
Es poco lo que queda de este despoblado. Estamos además en primavera y la vegetación lo invade todo, así que cualquier resto de muro o tapia queda totalmente enmascarado, oculto, dotando a las ruinas de un aire misterioso y romántico. Por fortuna es posible llegar con facilidad e incluso penetrar, con precaución, en su interior. Hace muchos años que el techo se desplomó, pero sus recios muros, cubiertos de hiedra, continúan en pie. Llama la atención un magnífico arco gótico que desafía la gravedad. Es un lugar fascinante.


Ruinas de la iglesia de Ventosa de Miranda


Ventosa de Miranda fue despoblado en los años 40 del pasado siglo, posiblemente por no tener ni agua ni luz y no haber llegado nunca la carretera asfaltada mientras tuvo vida.


El pueblo se asentó en la base de dos grandes peñascos en un pintoresco paraje. El único elemento que continua en pie, o al menos es visible, son los restos de su templo, que se hallan a los pies de la peña izquierda.

Dejamos lo poco que queda de Ventosa para retornar a Silanes.
La peña Picaza vista desde Ventosa.
Una vez hemos descansado y visitado lo poco que  hay que ver, retornamos a Silanes. El camino que unía estos dos pueblos es corto y sencillo. Salimos por el norte por una pista bien marcada que en unos 400 metros enlaza con el que trajimos en la ida. Por él, en menos de 15 minutos, atravesando de nuevo el paso de la Canaleja, entramos en Silanes.

Finalizamos la excursión. Aún podemos darnos una vuelta por el pueblo, donde destacan su iglesia dedicada a San Román, la fuente lavadero y sobre todo, la arquitectura tradicional de muchas de sus casas.



DE SILANES A VENTOSA DE MIRANDA
Espacio natural
Montes Obarenes.
Dificultad
Media. La ruta no tiene dificultades técnicas pero la orientación no es sencilla si no se conoce la zona.
Tipo de camino
Pistas en el llano, terreno de montaña en la sierra.
Ciclable
En general sí, aunque debemos echar pie a tierra unos metros en el descenso desde el Buey.
Agua potable
No encontraremos más que en algún regato ocasional.
Tipo de marcha
Circular.
Orientación
No hay señalización clara. La subida al Buey es bastante evidente, pero el descenso y sobre todo el acceso a Ventosa es complejo. Llevar GPS.
Época recomendable
En general de marzo a noviembre y con tiempo seco.
Inicio
Silanes.
Distancia de Burgos
74 kilómetros (por AP1 saliendo en Pancorbo).
Tiempo total
3 horas 46 minutos.
Tiempos de marcha
Silanes-Buey: 1 hora 20 minutos; Buey-Ruinas de Ventosa: 1 hora 20 minutos; Ruinas de Ventosa-Silanes: 30 minutos.
Distancia total
10,8 kilómetros.
Interés
Peñas Picaza y Buey, vistas sobre la Bureba, ruinas de Ventosa de Miranda, pueblo pintoresco de Silanes, la Canaleja.
Altitud mínima
808 m.
Altitud máxima
1221 m.
Desnivel acumulado
647 m.

h
Notas:
- Excursión  atractiva y agradable, sin grandes dificultades técnicas.
- Para asomarnos a la peña Picaza hay que hacer una pequeña trepada, en todo caso sencilla y segura con un mínimo de precaución.
- Los restos de Valverde de Miranda son escasos, pero merece la pena visitar las ruinas de la iglesia y su curioso arco apuntado en difícil equilibrio.


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Mapa topográfico



Perfil de elevación


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jueves, 2 de mayo de 2024

Despoblado de Ribamartín y Cascada de Pedrosa de Tobalina

Para los amantes de los despoblados y lugares abandonados, es ésta es una atractiva excursión en la que visitamos las ruinas de lo que fue una abadía desde la Edad Media hasta bien entrado el siglo XIX. Se trata de los restos de la Abadía seglar de Ribamartín y poblado anexo. Sus restos románticos se emplazan sobre un alcor asomado sobre el río Jerea, en el Valle de Tobalina. Aunque alejada de lugares habitados, su acceso es fácil y se reduce a una bonito paseo por colgados caminos de las Merindades. Si no se conoce, la excursión debe completarse con la visita a la cascada del Peñón, una de las más grandes de la provincia de Burgos.


Ribamartínf


  
Aunque parece haber otros modos de llegar desde las localidades tobalinesas de Pedrosa de Tobalina y Extramiana, elegimos el pueblo de Quintana-Entrepeñas como punto de partida. Esta pequeño pueblo se emplaza justo en la entrada del desfiladero que forma el río Jerea. A este despoblado nunca llegó la carretera asfaltada por lo que solo se puede acceder por caminos y pistas rurales. Mirando mapas, es posible también desde Pedrosa de Tobalina, el núcleo más cercano, cruzando el Jerea o, más lejos, desde la localidad también tobalinesa de Extramiana.



Quintana-Entrepeñas


Llegamos entonces a Quintana-Entrepeñas desde Burgos accediendo en primer lugar a Oña, desde donde seguimos por la N-629 hasta Trespaderne. Desde aquí, continuamos por la BU-550 que se dirige a Arceniega atravesando los valles de Tobalina y Losa.

A la derecha del tramo de carretera entre Pedrosa de Tobalina y Quintana-Entrepeñas pueden ya verse los restos de Ribamartín.
Tras pasar Pedrosa de Tobalina, entramos en el desfiladero del Jerea y en apenas tres kilómetros, nos desviamos, cruzando el río por la derecha, a Quintana-Entrepeñas. Dejaremos el coche a la salida de la localidad, ya que las calles son estrechas y podemos molestar o estorbar el paso.

Salimos de Quintana-Entrepeñas por una pista que se dirige hacia el sur.
Ribamartín se halla a escasamente 2,5 kilómetros y según mapas hay un camino que nos debiera acercar hasta sus restos. Tomamos entonces la pista que a la salida del pueblo se dirige hacia el suroeste, avanzando entre sembrados. esta vía se mantiene en buen estado bastantes kilómetros, pero es posible que presente mucho barro en época de lluvias.



Continuamos por esta pista, dejando rápidamente el desfiladero y las casas del pueblo atrás. Nos internamos de nuevo en Tobalina. 

Camino de Ribamartín.
El recorrido es placentero, caminamos en paralelo al río, que queda a nuestra derecha a unos doscientos metros.


Tras salvar un pequeño repecho, nos plantamos en un llano, en donde si nos fijamos bien, podemos visualizar un torreón en la distancia, asomándose sobre un bosquete. Se trata de uno de los muros del despoblado.


Seguimos, atravesamos el bosquete para salir a  la linde de un gran barbecho, a la izquierda del cual visualizamos el oteo en cuya cima se hallan las ruinas semiocultas entre la vegetación. No encontramos un camino o sendero que llegue a su base, así que no queda otra que abandonar el que traíamos, que continua hacia el sur y atravesar el baldío.

Las ruinas de Ribamartin se hallan sobre un altozano rodeado de baldíos.
No hay cultivos, el campo para estar descuidado, así que no vemos ningún problema en atravesarlo sin molestar a nadie.


Alcanzamos fácilmente la base del otero y trepamos por la ladera, superando una pequeña terraza rocosa hasta encaramarnos en la plataforma superior. Llegamos por fin a las ruinas del despoblado medieval de Ribamartín.

Alcanzamos la plataforma superior donde se hallan los restos de Ribamartín.

Tenemos que superar un pequeño repecho rocoso para acceder a la plataforma donde se hallan los restos de Ribamartín.
El lugar es impactante. Las vistas desde aquí son inmensas, dominan gran parte del Valle de Tobalina en su parte occidental, los Obarenes y la Tesla. Hacia el norte, se vigila la entrada al desfiladero del Jerea, la puerta hacia el Valle de Losa. La posición donde se erigió esta abadía parece haber sido elegida a conciencia por el gran dominio visual que tiene.

Restos de muros aún en pie.

Las ruinas se desperdigan por esta planicie, destacando sobremanera dos grandes habitaciones, la primera de ellas con altos muros, aún en aceptable estado. Junto a él, lo que, por sus formas, parece pudo haber sido la iglesia abacial. Es difícil reconocer las formas porque todo se halla invadido por la maleza.



Historia de la abadía seglar de Ribamartín

Hay noticias de un lugar llamado "Ripa" en 1035. Podría ser Ribamartín. En 1350 Riba Martín era el lugar de señorío de Gómez Ferrández. El personaje Gómez Ferrández hacía de abad de su monasterio y pasó a denominarse abadía seglar. Es una de las más conocidas de Castilla Vieja.

En el Libro Becerro de las Behetrías de 1352 aparece bajo el siguiente epígrafe:

"Riba Martin
Este logar es de Gomez Ferrandez de Riba Martin.
Derechos del Rey: Pagan al Rey monedas e seruiçios quando los de la tierra e non pagan otros derechos al Rey.
Derechos del Sennor: A y el sennor cada anno de infurçion XX maravedis e que pagan dellos por Sant Iohan e dellos por Sant Miguell; e quel dan por las casas en que moran cada anno XX almudes de pan, la meytad trigo e la meytad çeuada, e que lo dan en agosto, e danle mas de cada casa poblada vn par de gallinas; e otrosi quel dan cada semana de la casa poblada vna yunta de bueyes para arar e non a y otros derechos."

En 1378 Bernal Ximénez y doña María de Salazar, su mujer, hija de Gonzalo García, vendían a Pedro Fernández de Velasco sus legítimas en varios monasterios, entre ellos Riva Martín. Ferrán Gómez vendió en 1413 a Juan de Velasco cinco heredades que había comprado Pero Ruiz en los términos de Ribamartín al sitio de Villaseca, Viñas del Val;el Palmar, y el Pinar de Castillejo.
El titular parroquial fue San Martín. La abadía de Ribamartín cobraba seis almudes de pan, mitad trigo y mitad cebada en el lugar de Ahedo de Gijano (Ahedillo, Valle de Mena), era el patrono de las iglesias parroquiales y cobraba las dos terceras partes de Valujera (Valle de Tobalina) y San Lorenzo de Lechedo (Merindad de Cuesta-Urría) y por tanto nombraba a los beneficiados.
Esta datado arqueológicamente en la Edad Contemporánea, pero se recoge en el Inventario Arqueológico de Burgos un sarcófago exento en Pedrosa de Tobalina, que data de la Alta Edad Media, llevado allí desde el despoblado de Ribamartín.
Por tanto podría datarse en la Alta Edad Media. La cartografía de comienzos del siglo XX aún indicaba la existencia de una torre al oeste del casco urbano.

En 1752 no pagaba impuestos porque eran todos hidalgos. Lo habitaban tres familias. Tenía horno, 76 ovejas y 49 cabras. No había clérigo.

Según el Diccionario de Madoz, aún estaba habitado en 1845:

V. de la prov., dióc., aud. terr. y c.g. de Búrgos (15 leg.), part. jud. de Vilarcayo (4), ayunt. de la merind. de Cuesta-Urria, cuya cap. es Nofuentes (3). Sit. en una lastra, donde la combaten con mas frecuencia los vientos N. y O., siendo su clima sano y las enfermedades dominantes los catarros. Tiene 6  casas; una fuente de buenas aguas; una igl. parr. (San Martin) servida por un cura, y un cementerio continuo á la misma.Confina el térm. N. Quintana-entrepeñas; E. Estramiana; S. la Orden, y O. Lechedo. El término es secano y de mediana calidad, y contiene un monte llamado el Bujarral poblado de bujarros. Caminos: los de pueblo á pueblo,y la correspondencia se recibe de Frias. Prod.: trigo y cebada; cria ganado cabrio y caza de perdices y liebres. Ind.: la agricola. Pobl: 3 vec., 11 alm. Cap. Prod.: 47,600 rs. Imp.: 3,874.

Ribamartín pudo haberse despoblado totalmente a finales del siglo XIX.


En la parte posterior de la iglesia de Pedrosa de Tobalina, se puede ver un sencillo escudo de armas bordeado por un cordón franciscano. En su interior, un árbol y encima un águila dando de comer a sus polluelos. Son las armas de los abades de Ribamartín.


Escudo de los abades seglares de Ribamartín



Con cuidado, nos introducimos y husmeamos por las ruinas. Desgraciadamente, es poco lo que se puede reconocer más allá de muros desafiando la gravedad y la acción paciente y destructiva de la vegetación.


Restos de lo que pudo ser la iglesia abacial.
Sin duda  debió ser un lugar menor, pese a sus por lo menos 8 siglos de existencia.

El que pudo ser camino de acceso por el sur, se halla bloqueado por la maleza.
Panorámica sobre el valle del Jerea desde Ribamartín.

Alguien colocó un banco junto a los muros, gran idea para sentarse y recrearse con el paisaje.


Como hemos comentado, parece haber caminos a Extramiana y Pedrosa de Tobalina. En ambos casos no quedaría más remedio que desandar por carretera la distancia hasta Quintana-Entrepeñas, por lo que optamos por retornar siguiendo el mismo itinerario que en la ida.

Pontones para atravesar el río Jerea, en Pedrosa de Tobalina.
Retornando a Quintana-Entrepeñas. Al fondo de aprecia el desfiladero.

Pedrosa de Tobalina.



Cascada del Peñón de Pedrosa de Tobalina

En el vecino pueblo de Pedrosa de Tobalina, si no lo conocemos, es obligado visitar la magnífica  cascada del Peñón. En primavera será cuando alcance su máximo caudal, así que es recomendable visitarla en esta época del año. Se accede fácilmente desde la carretera, a la entrada del pueblo, está bien señalizado y no hay pérdida alguna.




Parte superior de la cascada.



RUINAS DE RIBAMARTÍN
Espacio natural
Valle de Tobalina.
Dificultad
Baja, es un sencillo paseo por el valle.
Tipo de camino
Pista y terreno libre para subir a la plataforma superior del otero.
Ciclable
Sí (con tiempo seco)
Agua potable
Encontramos en Quintana-Entrepeñas y en Pedrosa de Tobalina hay bar.
Tipo de marcha
Ida y vuelta.
Orientación
No está señalizado, pero el itinerario es muy sencillo.
Época recomendable
Invierno y primavera. Evitar épocas lluviosas en que podemos encontrar todo el recorrido embarrado.
Inicio
Quintana Entrepeñas.
Distancia de Burgos
82 kilómetros.
Distancia total
5,1 kilómetros.
Interés
Ruinas de Ribamartín, vistas sobre el Valle de Tobalina y el desfiladero del Jerea, Cascada de Pedrosa de Tobalina, Quintana-Entrepeñas y Pedrosa de Tobalina.
Altitud mínima
581 m.
Altitud máxima
656 m.
Desnivel acumulado
Inapreciable.


h
Notas:
- La excursión es sencilla en líneas generales ya que el camino que parte de Quintana-Entrepeñas no tiene pérdida y las ruinas son visibles desde bastante distancia.
- En ciertas épocas podemos encontrar charcosy barro, sobre todo en el baldío que circunda el otero, así que es preferible ir con tiempo seco.
- Como se ha comentado, podemos llegar también desde Extramiana por una gran pista y Pedrosa de Tobalina, en este último caso debemos atravesar el río Jerea a pie por un paso de pontones o continuar en coche hasta el final del pueblo y cruzar el río en el desvío a La Orden, lugar desde el cual partiríamos.


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