viernes, 23 de octubre de 2020

Cañón del Arlanza: Fuente Azul y San Pelayo

Ameno recorrido por el Cañón del Arlanza visitando algunos de sus rincones más interesantes. Partiendo del aparcamiento junto al Monasterio de San Pedro de Arlanza, subiremos por un barranco hasta un mirador desde donde descenderemos hasta el paraje de Fuente Azul. Continuamos la visita subiendo hasta las ruinas de la ermita de San Pelayo, ubicado en un elevado peñasco sobre un meandro del río. Tras visitar la cueva del santo, retornamos al monasterio finalizando la excursión.


Cañón del Arlanzaf

Iniciaremos la excursión partiendo del amplio aparcamiento ubicado al otro lado de la carretera junto a las ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza. Llegaremos desde Burgos saliendo por la carretera de Soria. Una vez en Hortigüela, tomamos el desvío hacia Covarrubias, entrando en el cañón. En algo más de cinco kilómetros, llegamos a las cercanías del histórico monasterio.


Junto al aparcamiento, al lado de una edificación, nace el sendero que se adentra por un estrecho y solitario vallejo que sube hacia lo alto del roquedo. Es el valle de Valleconde, uno de los muchos barrancos que caen de la Sierra de las Mamblas hacia el cañón del Arlanza.

En un claro junto al monasterio, dejamos el coche.
El camino, en buen estado, se torna en pista y poco a poco va ganando altura.

Subimos por el fondo del valle Valleconde.
El paraje es muy solitario, a medida que avanzamos se van enriscando las laderas laterales.

Subimos vallejo arriba.
Es pronto por la mañana y aún las sombras se ciernen sobre las paredes. El silencio es total.
Llegamos al fondo del valle y a través de unas escaleras, estratégicamente situadas, dejamos el barranco y penetramos en el bosque.

Unas escaleras ayudan a superar el repecho al fondo del valle.
Nos encontramos en la ladera este de la Sierra de las Mamblas, principalmente entre sabinas, el árbol más característico de esta sierra. Continuamos ahora por una marcada pista que se abre paso entre la vegetación.




A nuestra izquierda, tenemos ahora el valle por el que hemos subido unos minutos antes. El paseo es muy agradable, paramos de vez en cuando a hacer alguna foto asomados al borde.

Ahora vemos el barranco de Valleconde desde arriba.
Pronto, el camino llega hasta el borde del roquedo, llegando a una especie de mirador. Disponemos de inmejorables vistas sobre este sector del Cañón del Arlanza.

Magnífica vista sobre el Cañón del Arlanza.
Si seguimos un poco hacia la derecha, nos posicionamos exactamente sobre el paraje de Fuente Azul, que no vemos claramente al estar oculto por la vegetación. Lo visitaremos más adelante. En un escalón inferior, se halla la cueva Negra. No intentamos llegar a su entrada por un mínimo de precaución.

La ermita de San Pelayo sobre sale entre el mar vegetal que recubre el interior del cañón.
El paisaje sobre el cañón que ha creado el Arlanza es excepcional. Al fondo sobresale la silueta inconfundible de la Peña Carazo.


Si nos fijamos, sobresaliendo entre la selva de árboles, observamos la ermita de San Pelayo, ubicada en los más alto de un sobresaliente espigón que se eleva sobre un meandro del río y que también visitaremos luego.

Cueva Negra.
Un nivel más abajo de donde estamos, si nos fijamos, descubrimos la boca de la cueva Negra. Su acceso es un tanto dificultoso y arriesgado así que desistimos de llegar a su entrada.

Vista hacia el SO.
Continuamos. Ahora, seguimos el borde, que queda a nuestra derecha y nos reincorporamos a la pista que traíamos. Por ella, iniciamos ya el descenso de nuevo hacia el valle.


Esta pista es muy amplia y baja por un amplio espolón. El descenso es cómodo.

Descendemos por una amplia pista al valle de nuevo.
Llegamos al nivel de la carretera, no lejos del monasterio. Unos pocos metros a la derecha, encontramos se halla el entrante que desciende hacia Fuente Azul. Entramos siguiendo un estrecho sendero que se abre paso entre la vegetación.

Paraje de Fuente Azul visto desde arriba. No se aprecia la surgencia.


Descendemos con fuerte pendiente hacia el fondo del Valle de Fuente las Mozas, donde se ubica la surgencia que queremos visitar. En poco tiempo, nos encontramos en la orilla del río Arlanza, que ha formado aquí otro meandro.


Estamos en el extraordinario paraje de Fuente Azul, una gran surgencia que brota directamente de la roca que cae en vertical sobre el fondo del valle. Minutos antes hemos estado exactamente en la vertical de donde estamos ahora.

El Arlanza en el paraje de Fuente Azul.
El Arlanza forma aquí un gran meandro donde se remansa y compone un entorno de gran belleza natural. Si nos acercamos a la base de la roca, podemos observar la grieta vertical por donde brota el agua del interior y desagua en el río. Hay que decir que Fuente Azul posee una de las cavidades más exploradas por los espeleólogos al estar compuesto por un red de más de 580 metros de galerías subterráneas. Aunque aún no se ha llegado a su final, su pozo principal tiene 60 metros de caída vertical y su sifón es el más profundo de España.

El Arlanza se remansa y forma una bonita poza.

Grieta por donde brota el agua.
El paraje invita a estar un tiempo disfrutando de la tranquilidad del lugar. Si es verano, podemos incluso bañarnos. Querríamos cruzar a la otra orilla para visualizar mejor la cueva pero el caudal es alto y no hay piedras que nos permitan vadear el río.
Encontramos fácilmente el camino de subida a la ermita de San Pelayo junto a la carretera.
Una vez hemos visitado el entorno, continuamos. En primer lugar deshacemos el recorrido desde la carretera hasta aquí y seguimos por ella hacia la izquierda, en dirección al monasterio. En apenas doscientos metros, encontramos a la derecha la indicación y el entrante que sube hacia la ermita de San Pelayo. Penetramos y ascendemos otra vez por un estrecho sendero.

Alcanzamos la meseta superior del peñón donde se ubica la ermita de San Pelayo.
La subida a lo alto de la peña donde se ubica la ermita es rápida y sencilla. En apenas cinco minutos alcanzamos su meseta superior donde se encuentran las ruinas de este histórico templo, la ermita de San Pelayo, donde la leyenda dice que fue construida por el santo del mismo nombre que visitó en estos parajes allá por el siglo X.


Los muros de la ermita, en sostenida ruina, son cautivadores. Su fábrica exterior resiste aún y podemos penetrar en su interior.

LEYENDA DE FERNÁN GONZÁLEZ Y SAN PELAYO

Cuenta la leyenda estando de caza el joven Fernán González se perdió por estos paraje, encontrando refugio en una cueva donde vivían los eremitas Arsenio, Silvano y Pelayo. Éste último le profetizo un glorioso futuro como fundador de un reino y vencedor de numerosas batallas contra los moros. Esta profecía acabó cumpliéndose y en agradecimiento, Fernán González, ya convertido en Conde de Castilla, mandó levantar la ermita de San Pelayo, allá por el siglo X.

El espigón de San Pelayo

La ermita que vemos se construyó sobre restos anteriores  romanos y visigodos, a finales del siglo IX. En la cueva de la Ermita se han encontrado restos del Paleolítico Medio como raederas talladas en sílex fechadas hace 37500 años.


Aún podemos encontrar algunos restos de su primitiva factura románica como algunos arcos de medio punto en las ventanas y sobre el muro posterior.


Rodeamos el templo hasta alcanzar su lado norte, asomado sobre el río. Es un extraordinario mirador donde merece la pena parar y contemplar el paisaje.


Estamos justo encima del monasterio de San Pedro de Arlanza, que queda a nuestros pies.


Al estar el espigón ubicado en el interior de un meandro, se halla prácticamente rodeada por el río.



Tras descansar, aún no bajaremos de la peña, sino que por su lado este, nos descolgamos unos veinte metros por la ladera: Es empinada pero no peligrosa.


Alcanzamos enseguida un pasillo pegado a la roca, al fondo del cual, llegaremos a un claro. Justo en la base de la roca se halla la cueva de la Ermita o de San Pelayo, hoy tapada con una reja. La leyenda dice que habitó aquí el santo eremita en el siglo X junto con otros eremitas.

Cueva de San Pelayo o de la Ermita.
Pero aún nos aguarda una sorpresa más porque si seguimos la pared de la roca, entraremos en una cavidad  dentro de la cual se abre un pequeño pasillo que desemboca a través de una gran abertura directamente sobre la pared norte de la roca.

La vista del valle a través de esta improvisada ventana es enormemente evocadora. Hay que imaginarse estos lugares cuando eran recorridos por los eremitas que buscaban refugio aquí.


Una vez visitada la cueva, ya solo tenemos que retornar para finalizar la excursión. Existiría la alternativa de descender por el lado en que estamos hasta el río y recorrer su orilla buscando un vado para volver al aparcamiento. Pero toda la margen está muy sucia, hay tierras de labor y es muy farragoso caminar.


Así que deshacemos el camino hasta lo alto donde se halla la ermita para descender por su lado norte de nuevo a la carretera.

Por ella, ya solo tenemos que cubrir los escasos trescientos metros que nos separan del aparcamiento donde hemos dejado el coche.


EL MONASTERIO DE SAN PEDRO DE ARLANZA

Fundado en el siglo X, fue el monasterio más importante de Castilla en la época condal bajo el gobierno de Fernán González. El conde castellano le donó posesiones y concedió privilegios. Durante el periodo posterior, varios reyes de Castilla, como Fernando III el Santo, lo engrandecieron y favorecieron. En el año 1080 se iniciaron las obras de su iglesia románica, cuyos restos vemos hoy.


A finales del siglo XV fue reformado que sustituyeron sus bóvedas y edificaron nuevas dependencias, a caballo entre las formas góticas y renacentistas. En el siglo XVIII se sustituyó el claustro románico por otro  herreriano. La desamortización de Mendizábal en el XIX acabó con sus historia y fue abandonado. Sus ruinas lucen hoy en un recodo del río Arlanza. Poco a poco se han ido afianzado y salvado de la ruina.


Aún durante este recorrido, podemos disfrutar de buenas vistas sobre las ruinas del monasterio que quedan a nuestra derecha abajo.


FUENTE AZUL Y SAN PELAYO
Espacio natural
Cañón del Arlanza.
Dificultad
Baja. Solo debemos preocuparnos de la orientación.
Tipo de camino
Senderos y pistas.
Ciclable
Sí.
Agua potable
Encontramos en la orilla del Arlanza, en Fuente Azul.
Tipo de marcha
Circular.
Orientación
Difícil. Discurre en gran parte por el interior del bosque sin referencias. Llevar GPS.
Época recomendable
Todo el año, aunque en primavera tardía será la mejor temporada.
Inicio
Monasterio de San Pedro de Arlanza (Hortigüela).
Distancia de Burgos
49,4 kilómetros.
Tiempo total
2 horas 50 minutos.
Tiempos de marcha
Monasterio de San Pedro de Arlanza-Mirador: 33 minutos; Mirador-Fuente Azul: 25 minutos; Fuente Azul-Ermita de San Pelayo: 16 minutos; Ermita de San Pelayo-Monasterio de San Pedro de Arlanza: 18 minutos.
Distancia total
5,4 kilómetros.
Interés
Ruinas de San Pedro de Arlanza, mirador sobre el cañón, valle de Valleconde, paraje de Fuente Azul, espigón de San Pelayo, ermita y cueva de la Ermita.
Altitud mínima
902 m.
Altitud máxima
1048 m.
Desnivel acumulado
330 m.
Mapas
1:50000: 0277 Covarrubias.
1:25000: 0277-3 Covarrubias.


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Notas:
- Sencilla excursión, muy amena porque en un cómodo y fácil recorrido se visita lo mejor del Cañón del Arlanza.
- Pese a su corta longitud, es muy necesario llevar un GPS porque no está señalizada y no es sencillo tomar los desvíos correctos.
- A medio camino entre Hortiguela y el monasterio, junto a la carretera, se halla el área recreativa del Torcón.
- La excursión puede completarse acercándose al cercano Covarrubias, histórica localidad muy ligada a la época en que se fundó el monasterio de San Pedro de Arlanza.


Mapa topográfico


Perfil de elevación



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miércoles, 14 de octubre de 2020

Gargantas de Gredos (y II): la garganta de Bohoyo

Segunda etapa de la travesía por Gredos donde ya hemos visitamos el grandioso Circo de las Cinco Lagunas. Desde el Refugio de Regajo Largo, donde hemos pernoctado, emprendemos el descenso hasta el Valle del Tormes siguiendo la muy larga garganta de Bohoyo. En este trayecto caminamos sobre canchales y roquedos para completar esta magnífica travesía de dos días por el mejor Gredos.


Garganta de Bohoyof



Después de haber llegado el día anterior al refugio Regajo Largo (ver entrada Gargantas de Gredos (I): Circo de las Cinco Lagunas por la garganta del Pinar), afrontamos el segundo día en el que deberemos retornar de nuevo al Valle del Tormes. Pero esta vez no volveremos el punto de donde salimos, sino unos kilómetros más valle abajo, cerca de la población de Bohoyo, que ha dado nombre a la garganta por la que vamos a retornar. Nos encontramos a 2115 metros de altitud y debemos bajar hasta los 1172 metros que hay en el valle.

Abandonamos el refugio Regajo Largo antes del amanecer.
La garganta de Bohoyo, quizás la más larga de cuantas hay en Gredos, nace en la ladera norte de los picos Belesar y la Galana. En el día anterior, pasamos por su cabecera, incluso repostamos agua de algunos de los nacederos de su arroyo. Pero para poder incorporarnos a la cabecera, debemos primero deshacer parte del camino andado el día anterior. Abandonamos muy temprano el refugio y tenemos el privilegio de ver amanecer en Gredos, todo un espectáculo visual.


AMANECER EN GREDOS


Así pues seguimos primero el largo muro durante algo más de media hora, hasta alcanzar la ladera del Meapoco. No sobrepasaremos esta cima, sino que torcemos a la derecha para siguiendo la ladera norte, acortar trayecto con la intención de desembocar en la cabecera de la garganta de Bohoyo.

Seguimos junto al muro hacia el Meapoco que asoma al fondo.
El recorrido por la ladera es menos cómodo  de lo previsto.

Caminamos siguiendo la falda pedregosa del Meapoco.
Aunque en principio caminamos sobre terreno herboso, a medida que vamos perdiendo altura, aparece el lanchar y enormes bloques de granito nos salen al paso. En algunos de ellos debemos descolgarnos en fáciles destrepadas. Vamos superando poco a poco sucesivos graderíos en nuestro camino hacia el arroyo que vemos al fondo.

Emprendemos el descenso entre canchales hacia la cabecera del arroyo Bohoyo.

Sin mayores contratiempos alcanzamos por fin con relativa facilidad la cabecera del arroyo de Bohoyo. En estas alturas, cerca de sus nacederos, baja con bastante agua, pese a estar a mediados de julio, que es la fecha en que realizamos esta excursión.

Repostamos las cantimploras en el arroyo de Bohoyo.
A pesar de la enorme distancia y diferencia de altura que nos encontramos del valle, encontramos ya por estos solitarios parajes muchas vacas pastando. Nos acompañarán casi todo el desarrollo de la garganta hasta el valle. Esta abundancia en ganado vacuno da muestra de la importancia que tuvo la ganadería extensiva en las poblaciones de la sierra a lo largo de su historia.

Caminamos por terreno complicado.

Una vez en la orilla del curso de agua, no hay mucho que pensar, solo tenemos que seguirla durante los casi 13 kilómetros que nos separan de su desembocadura en el Tormes. Este río nos espera unos mil metros más abajo de donde estamos.


Pero el valle es más amplio y complejo de lo que parece. Sus dos orillas se hayan tapizadas en su cabecera por enormes bloques de granito. Los lanchares y canchales nos obligarán durante muchos kilómetros a progresar salvando estos obstáculos. Este terreno complicado sumado a la gran distancia a cubrir, hará que aumente la fatiga de la marcha. Ubicados ya en la cabecera, atravesamos el arroyo para posicionarnos sobre su margen izquierda. Repostamos nuestras cantimploras y emprendemos el descenso.


Dada la gran longitud del trayecto la pendiente será casi imperceptible y muy tendida, algo inhabitual en Gredos.

La preciosa cabra de Gredos aparece frecuentemente.
Progresamos por terreno bastante libre, no siempre se encuentran señales que nos ayuden a encontrar los pasos entre el roquedo. Nos guiamos por la intuición.


Poco a poco vamos progresando valle abajo. El arroyo Bohoyo que nos acompaña, poco a poco va ganando entidad. En unos tres kilómetros, lo cruzamos y progresamos ya siempre por su margen derecha. Con mucha lentitud, la piedra va dejando poco a poco paso al pastizal. Con cierto alivio, progresamos sobre la hierba.

Chozo a medio recorrido.

A la izquierda dejamos el agreste barranco junto a los riscos del Bollo y de la Campana.
Tras casi 6 kilómetros de recorrido irregular, el sendero se va definiendo mejor y discurre ya por un camino cercado. Discurre ahora elevado unos metros por encima del cauce del arroyo, que queda a nuestra izquierda. El valle también se va abriendo poco a poco y la orilla queda más lejana.


Seguimos bajando, no hay alternativa. El camino se hace cada vez más cómodo y dejamos definitivamente el terreno pedregoso atrás.

Refugio en el paraje de La Seca, a 1342 metros.
A media bajada, el camino discurre a cierta altura sobre el arroyo.
A unos dos kilómetros del valle y de la carretera, entraremos en terreno arbolado, adehesado, donde volvemos a encontrar muchas vacas pastando en el pastizal.


Nos cruzamos con algunos caminantes que suben desde Bohoyo. Ya nos queda poco.



Por fin, tras algo más de cinco horas de haber salido del refugio de Regajo Largo, llegamos al área recreativa del Molino, donde hemos dejado otro coche de apoyo el día anterior.

Llegamos al paraje del Molino y final de nuestro periplo de dos días por Gredos.
Estamos a poco distancia de la carretera, a medio camino entre las localidades de Bohoyo y Navamediana. Terminamos la excursión y nos recuperamos de las fatigas y sudores en un bar de Bohoyo.




GARGANTA DE BOHOYO
Espacio natural
Sierra de Gredos (Macizo Central).
Dificultad
Alta. El recorrido es muy largo y transcurre en su mayoría por terreno muy agreste, sin caminos claros.
Tipo de camino
Desde el refugio terreno abierto. Camino y pista en su tramo final.
Ciclable
No.
Agua potable
Encontraremos en el arroyo Bohoyo (atención al ganado pastando que puede dañar la calidad del agua).
Tipo de marcha
Lineal.
Orientación
Desde el refugio hasta la cabecera de la garganta no está señalizado. Luego el descenso hasta el valle es muy intuitivo.
Época recomendable
De mayo a octubre.
Inicio
Refugio Regajo Largo (Sierra de Gredos).
Tiempo total
5 horas 15 minutos.
Tiempos de marcha
Refugio Regajo Largo-Cabecera arroyo Bohoyo: 1 hora 30 minutos; Cabecera arroyo Bohoyo-Aparcamiento área recreativa: 3 horas 35 minutos. 
Distancia total
17,2 kilómetros.
Interés
Amanecer, lanchares en la cabecera superior de la garganta de Bohoyo, garganta Bohoyo, refugios, avistamiento de cabras.
Altitud mínima
1171 m.
Altitud máxima
2315 m.
Desnivel acumulado
-1264 m
Mapas
1:50000: 0577 Bohoyo.
1:25000: 0577-1 Bohoyo; 0577-2 Laguna Grande.


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Notas:
- Aunque todo el recorrido es prácticamente cuesta bajo, no se puede catalogar la excursión como fácil, ya que gran parte de él se desarrolla por terreno muy agreste.
- El refugio de Regajo Largo es de uso gratuito y está siempre abierto. No hay que decir que es necesario dejarlo perfectamente como lo encontramos y no dejar ningún resto o basura en él.
- Una alternativa a la excursión de dos días es realizarla en sentido inverso. Su ventaja principal es afrontar el ascenso por la suave pendiente de la garganta de Bohoyo y poder descender desde la Portilla de las Cinco Lagunas en vez de subir.
- Podemos encontrar agua en las numerosas fuentes que van surgiendo en el recorrido. Es preferible evitar coger directamente del arroyo Bohoyo por la cantidad de ganado que pasta en sus orillas.


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Mapa topográfico


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